La equinoterapia nace en México en 1969 en las instalaciones del Pentathlón Deportivo Militar Universitario de manera espontánea, pero con una seriedad profesional de alto
alcance, pues se trata de ayudar a niños y jóvenes con discapacidad. Día a día, en su metodología, la rehabilitación fue incorporando en su procedimiento de enseñanza
tanto aportaciones de la ciencia biomecánica como de la medicina especializada.
Por tal motivo, no sólo hablaremos de lo importante que es el caballo –motor principal para el trabajo de la rehabilitación–, sino del niño o joven afectado.
Pero también de quien está al cuidado de esta readaptación psicomotriz, pues debe tener los más elementales conocimientos para manejar la biomecánica de
movimiento del caballo, su estado emocional y anímico, así como las desventajas psicomotrices y mentales de las personas autistas, con síndrome de Down,
hiperactivos o simplemente de a quienes aquejan lesiones neuromusculares para ser rehabilitados.
Al trabajar con caballos no se trata de formar auténticos deportistas de equitación, ni pretender llevarlos a la práctica especializada en la conducción de
un equino. Recientemente la rehabilitación de niños con síndrome de Down y quienes usan una silla de ruedas para desplazarse, nos ha demostrado que pueden
participar en pruebas ecuestres adaptadas, porque morfológicamente su lesión se los permite.
Sin embargo, los participantes deberán certificarse médicamente para poder realizar un ejercicio leve y acorde a su lesión, como ya ocurre en las
Olimpiadas Especiales o en los de silla de ruedas de Juegos Paralímpicos, cuyo grado de dificultad es más avanzado.
Esto demuestra que la gimnasia ecuestre de rehabilitación se aplica con bases científicas y con los programas más avanzados en la materia de preparación física.